Criaturas.

Son invocadas mediante una runa arcana muy precisa, reservada únicamente a aquellos con mayores conocimientos en estas dotes mágicas. Esto se debe a que, una vez realizada la runa de estas criaturas, el conjuro no puede revertirse, sino que permanecerá activo hasta que los animales desaparezcan.

Este tipo de criaturas, pese a ser invocadas al mundo mortal mediante la magia arcana, proceden de la dimensión divina de Terenaren, en la que habitan los dioses, o, al menos, eso es lo que cuentan las leyendas. Pese a esto, nadie ha podido confirmar jamás esta teoría, por lo que realmente no se conoce a ciencia cierta qué sucede con los fénix de fuego azul cuando desaparecen entre sus llamas. 

Los fénix de este tipo, vinculados a una rama muy específica de la magia, están, según los mitos, unidos espiritualmente a Fae, la diosa de la magia arcana, que los protege en su morada celestial, en la dimensión de Terenaren, habitada por los seres divinos y las criaturas a las que guían del mundo mortal al immortal.

Estas criaturas, al ser seres élficos mutados en forma canina, todavía conservan parte de la magia de la que es dotada parte de la raza élfica: la energía elemental, y, pese a que no son capaces de utilizarla como lo hacen los elfos, sí pueden repelerla, de manera que esta no les afecte tanto física como mentalmente.

Pese a estar atrapados en Picos de Luna, condenados a vagar por las laderas sin encontrar una salida, originalmente provenían del Reino de las Nieves, donde recibieron la maldición que los convertiría en los seres que son actualmente.

Antes de la construcción del Maragden y, por tanto, del oscuro reinado de la Tínala, en el Reino de las Nieves había una tribu ikaldber que vivía separada de Poblado Gélido por la cordillera Unkeni, una cadena montañosa completamente helada. 

Los habitantes de dicha tribu eran hechiceros poderosos, experimentaban con la magia elemental. Estos estudios les condujeron hasta el Oráculo de Tiniko, un ser ancestral que protegía al Reino de las Nieves de las amenazas espirituales. 

Este oráculo les dijo que, en el camino trazado por sus arriesgados experimentos, habían profanado la protección de los santos del reino, por lo que una maldición pesaría sobre ellos para el resto de la eternidad. 

Al instante, todos y cada uno de los habitantes de la tribu quedaron transformados en fieros lobos blancos, ávidos de sangre. 

Pocos años más tarde, los dirigentes de Poblado Gélido, que no querían la amenaza de los Baideas en el territorio ikaldber, les prepararon una trampa que los condujo hasta Picos de Luna, de donde ya no fueron capaces de escapar.